martes, 25 de noviembre de 2014

Antonio Costa


Guajiro auténtico, quizás de la última estirpe de esos hombres del campo cubano quedados en recuerdo de las confluencias migratorias que dieron origen a la nacionalidad: así es Antonio Costa.

Trabaja en la zona montañosa de Los Tumbos, perdido en una urdimbre de montes en los bosques tropicales verdes de la región occidental de la Isla. Su verbo alto de quien habla consigo mismo en las horas abandonadas de siembras de malangas y cuidados de cafetales, en unos parajes que muchos dejaron sucumbidos por las atracciones de la vida citadina, luego de 1959.

Lo mágico asoma al hablar, cuando se asegura capaz de "preparar el río" para recibir a posibles visitantes que busquen el frescor de las aguas del San Cristóbal mientras resbala por entre las lomas como lengua de aguas.

Sus noches deben ser las de mirar a la espesura de los árboles en busca siquiera de un fantasma para apaciguar las soledades. Su familia vive en el pueblo, otro de sus destinos cuando no logra hacerse planta y fundirse con un paisaje imponente por el cual transitaron todas las razas que componen el crisol genético de los cubanos.

Quién trabajará en las montañas cunado muramos los más viejos, se pregunta al caminar junto a mí en pos de las luces de San Cristóbal, pueblo con nombre de río, donde ambos guardamos la nostalgia del lomerío.

Andará tu recuerdo por aquí, Antonio, ese día en el que los sapos cantarines te extrañen.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Hernán, mi conquistador

Casi un año y aún sin dientes; pero la pereza en el brote nada tienen que ver con su derroche de energías. No vive conmigo todo el tiempo, por eso,cuando llegó a casa el martes todo desapaeció: el esposo, con celos; el trabajo, a media máquina; la vida, a la vera de los deseos de mi nieto Hernán que, sin armas bélicas, me conquistó.

martes, 11 de noviembre de 2014

Sobre la Liga Azucarera de béisbol


 

Con 67 años de fundada, la Liga Azucarera de Béisbol tiene el mérito de erguirse opción recreativa por excelencia para las comunidades vinculadas a la agroindustria cañera en el país.

Precisamente en el antiguo central José Martí- llamado San Cristóbal en épocas pre-revolucionarias-, surgieron las primeras lides de que se tenga memoria, según Marcos Loaces, un octogenario, cuya pasión por la pelota parece ser motivo suficiente para sacarle ímpetus a sus muchos años.

Ocurre que, al principio, los trabajadores del gremio azucarero sufragaban ellos mismos los topes recreativos de béisbol, hasta que luego , en el año 1961 se oficializó la Liga. Tuvo el gusto de hacerlo el connotado deportista Martín Dihígo.

Así, entre épocas mejores y de menos gloria, subsisten los campeonatos. Hoy se demanda más apoyo por parte de las autoridades del Inder para contar con un arbitraje a la altura de la tradición.

Incluso cuando las vecindades aledañas a las empresas azucareras disponen de otras alternativas para los ratos de ocio, la pelota se reafirma en la cúspide y fin de semana tras fin de semana en los períodos inter- zafras, las familias " dulces" se dan las manos y van a presenciar los juegos.

Es quizás el modo más peculiar de aferrarse a una historia llena de cubana. El azúcar corre por el anhelo nacional, desde el cafecito a los postres y, por qué no, hasta el recreo.

Fue un martes de béisbol, en honor a Marcos Loaces, un sancristobalense con el latido de la primera bola.

 

jueves, 6 de noviembre de 2014

Jueves por martes

Fallé la sección del martes anterior. De visita en La Habana: mi nieto y un curso de educación postgraduada me llevaron a su latitud. Siempre la capital convida, sol espléndico, aires invernales ligeros y como el aliento de una Cuba amorosa y sencilla que muchos no conocen.
El país ha sido en su esencia lacerado en la imagen. Los enemigos han paseado del silencio a la ofensa y los amigos, se han perrdido muchas veces en las loas.
Lo cierto es que, entre unas y toras actitudes, se ama y se construye. La gente protagoniza y confía.
La risa, esa semilla de nuestra idiosincracia, fue la enseñanza más plena que hallé, mientras pensaba en llegar a casa y emprender un día de trabajo, debiéndoles a mis amigos estas palabras cubanas.