martes, 28 de abril de 2015

Tortuosa ruta al alivio

La certeza de recuperar la salud moviliza y, de ello da fe la Sala de Rehabilitación Integral(SRI) del consejo popular sancristobalense de Santa Cruz, adonde cada mañana seres humanos de cualquier edad enrumban su destino, en busca de hacer de los malestares cosas del pasado.

El trato amable y competente de médicos y técnicos como Álvaro, Yunior o Yaité, así como la satisfactoria conservación del equipamiento, son cualidades que hacen competitivo al centro, cuando ha transcurrido más de una década de la extensión de esos servicios a la comunidad, a través de 454 locales en toda Cuba, distribuidos en la red de Atención Primaria de Salud y hospitales.

¿Cuál es entonces el "Talón de Aquiles" de la instalación, al parecer incurable?, -y disculpen los expertos el juego de palabras-, pues el deplorable estado del camino de acceso.

Esta SRI radica en las afueras del poblado, rumbo al oeste, a unos 400 metros de la carretera central; son las únicas rutas conectivas dos terraplenes, donde los baches y, en partes, hasta el marabú, simulan por su alcance y antigüedad parte del estilo constructivo de la ruta.

Quizás en otro contexto, las consecuencias fueran no tan marcadas; pero recuérdese que por allí transitan personas con disímiles afecciones, cuyos familiares se ven obligados a alquilar bici- taxis o aplicar otras variantes, pues en muletas o sillas de ruedas no se puede transitar la senda.

Las consecuencias: gasto extra de dinero o, más grave aún, la extensión del tratamiento, al no ser todo lo efectivo por las molestias del traslado, hacia un centro que, de conjunto brinda, unas 20 técnicas de tratamiento y consultas, a favor de más de 200 pacientes cada mes, algunos provenientes de áreas montañosas.

De acuerdo con el doctor Francisco Javier Páez, jefe de servicios de la SRI de Santa Cruz, el tema del acceso ha sido objeto de análisis con especialistas de Viales, y reclamo en diversas tribunas, como las Asambleas de Rendición de Cuenta.

Tales instancias explican de la existencia de un proyecto para construir un policlínico en las proximidades de la SRI; pero más de 10 años de pasos sinuosos, ya devalúan ese argumento… tal vez sea hora de conducir los pensamientos a la acción y mejorar un camino a la vida.   

 

   

 

 

 

 

 

 

domingo, 26 de abril de 2015

Otra de Don Carlos Delgado Rosales

Pues, otra composición poética  de Don Carlos Delgado para mí. También inmerecido, creo.

Tus ojos verdes
                   A Elena Milián
Tus ojos son el motivo
de mi encanto, de mi amor,
porque tienen el verdor
de las plantas que cultivo.

Cuando ellos me miran, vivo
aunque tú no me recuerdes,
y si acaso te me pierdes
por senderos ignorados,
contemplaré mis sembrados
para ver tus ojos verdes.

Poema


No merezco este Retrato, pero respeto la apreciación ajena y, de paso, lo dejo para que aprecien una joya de rima. El autor es Carlos Delgado Rosales; un artista de la métrica y de la vida.

RETRATO

        A Elena Milián Salaberri

        Traigo un pedazo de tus ojos verdes atado a mi alma

          Luis Saiz

I                                

Quisiera decir como es

O como la ven mis ojos

Capaz de causar antojos

De la cabeza a los pies.

No me asiste un interés

Tan solo sigo sus huellas;

Admiro las cosas bellas

Lo profundo, lo sublime

Y es digno que la aproxime

A la luz de las estrellas.

II

Es el color de sus ojos

Envidia de la floresta

Tienen de luz y de fiesta,

De quebrantos y sonrojos.

Monte cubierto de abrojos

Alrededor del vergel;

Su fragante y tersa piel

Tiene el olor perfumado

De un jardín que se ha quedado

De adorno sobre el mantel.

III

Pálida se ve la grana

Ante el color de su beso

Como el rápido proceso

De una madurez temprana.

Alivio a mi pena anciana

Es contemplar todo aquello;

Es ver su rubio cabello

Que el aire lleva con prisa

Estandarte de la brisa

Imitación de lo bello.

IV

Su cintura es esa ola

De acompasado vaivén

Y se me antoja también

Una guitarra española.

Calmante a mi pena sola

Sorbo, delicioso té;

Y también imaginé

Las maracas de su pecho

Las que parece se han hecho

De caña, son y café.

V

Su andar que a tantos desvela

Su bello andar, delicado

Es contemplar en el prado

El paso de una gacela.

Es ver del barco la vela

Muy lejos en la bahía;

Su sonrisa es la alegría

De un hermoso amanecer,

Es dulzura hecha mujer

Y amor hecho poesía.

VI

Ahora pido su perdón

Por hablar tanto de ella

Y compararla a una estrella

Sin tener su aprobación.

Solo tengo la intención

De que comprenda algún día,

Que soy ese que quería

Estrenar un sueño roto

Y vive usando su foto

Como una dulce manía.

martes, 7 de abril de 2015

Prefiero contarlo aquí


Defender la verdad o robarla, es algo que todos, al menos una vez hemos hecho. Es parte de la naturaleza humana recordar con acciones cuánto de barro nos moldea.
Ejemplos pululan por las páginas de las historias sociales e individuales, de los famosos y de los desconocidos; sin embargo, a tono con la intención renovada de mi blog de ir a lo interno de las cotidianidades, les comparto una anécdota de alguien que defendió un día mi verdad y,en otra oportunidad me la usurpó.
Luis y yo estudiamos juntos durante los cuatro primeros cursos de la carrera de Periodismo: luego, yo me decidí por la inefable maternidad y terminé estudios más tarde.
Era un turno de Literatura General; Julián Ramil se afanó en aquel seminario en desandar los destellos Homéricos y lanzó la flecha hacia Criseida y Briseida y cuál de las dos sería la más amada por Agamenón. Unos apostaban por la Cris y otros, pues por la Bris, y se me ocurre, guiada por mi sed de duda ancestral, decir que no amaba a ninguna de las dos.
El profesor coincidió conmigo y, vi a mi amigo Luis emocionarse al punto del delirio que luego lo convertiría en un escritor para tener en cuenta.
La sorpresa fatal fue que, al término de la jornada, Ramil me evaluó con tres puntos, el mínimo; entonces, Luis- adarga en mano- se plantó y le reclamó al prefesor mi nota, pues yo planeaba retirarme callada.Resultó una defensa de la verdad.
El mismo Luis y yo, por sugerencia mía, que acostumbraba esperar el ómnibus 216 en la esquina de 21 y G en El Vedado, frente a la casa de la hermana de Silvio Rodríguez, donde el poeta y cantor almorzaba, decidimos abordarlo para realizar una tarea orientada por la Doctora Evangelina Ortega.
Se nos preguntaba acerca del concepto de poesía y…quién mejor que Silvio para explicarlo. Invité a Luis, recuerdo que cuando partimos rumbo al bardo, la cremallera de mi jean se negó a cerrar y fuí durante todo el trayecto en el duro batallar contra el exhibicionismo.
Llegamos, Silvio fue solícito, Luis le habló y yo contemplaba anonadada, mientras el trovador de leyenda me elogió parafraseando: "poesía eres tú", y agregó sabidurías al halago.
Causamos sensación en el aula al leer el resultado del trabajo independiente. Fuimos felices.
Pasó el tiempo, las cosas, los éxodos, las distancias…y me encuentro con Luis una tarde, casi noche, en su casa de Herradura adonde suele venir de paso. Allí me contó la anécdota y ufano me narró cómo él indagó el lugar donde Silvio almorzaba y me había invitado a mí a la tarea de entrevistarlo.
Se apropió de una verdad, la hizo a su manera bella de narrar las cosas. Así recordé que una vez defendió mi verdad y, otra, se apoderó de ella.
No lo quiero menos por eso, al contrario, creo que me conoce lo suficiente como para saber de mi escasa vanidad y apostó por lucirse con una verdad que yo nunca le reclamaría.