martes, 2 de diciembre de 2014

Mi amigo Jerry


Sin otra aspiración que un poco de charla y, si acaso, un café, llega a mi casa mi amigo Jerry, cuando el trabajoso amor por los niños se lo permite.es especialista de segundo grado en Pediatría y dirige la sala de cuidados intensivos en el hospital de San Cristóbal.

Lo conozco desde la época en que apenas podía sujetar el esteto a su cuerpo; era frágil, mas las ganas de amar se le saltaban a los ojos. Entonces, se adentró en su pasión médica de hacer hombres y mujeres sanos de los niños y, a eso le pone una fuerza más allá de su estatura.

No conoce de día o de noche; mide el tiempo en pacientes por jornada: los de su sala, los que le esperan fuera para cuando tiene oportunidad, la larga fila en la escalera y, quienes como yo, lo llaman por teléfono en la madrugada para consultarle una urgencia. Jamás un desplante ni a amigos ni a desconocidos.

De su entrega supieron Venezuela y Laos, junto a cada poblador de San Cristóbal y vecindades, cercanas y no tanto, como los municipios de la nueva provincia de Artemisa, que se atienden en la sala a su cargo; por supuesto, en casos graves.

Su nombre correcto es Jorge Enrique Padrón Álvarez, lo de Jerry viene de las clases de inglés, en sus años de estudiante, cuando la profesora lo empezó a llamar así. Algo aniñado ese mote, igual a su encanto imbatible por el tiempo.

Es el padrino de mi nieto Hernán, porque sí, en Cuba la apertura con la Iglesia marcha y, ya el credo se lleva a todas voces, gracias a Dios.

Ayer me acompañó Jerry en la amigdalitis viral de m i nietecito, ya hoy me pasó un mensaje indagando por su estado, seguro en medio de no pocos niños con la vida en sus manos.

Gracias.

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