viernes, 25 de diciembre de 2015

Conservan reliquia cartográfica vinculada con Martí

Conservan reliquia cartográfica vinculada con Martí
Por Elena Milián Salaberri
Confeccionado a mediados del siglo XIX por un entrañable amigo de José
Martí, un mapa sobresale dentro del patrimonio histórico artemiseño,
dada la significativa identidad del autor y el interés histórico del
lugar representado.
La pieza cartográfica pertenece a la colección del Museo General de
San Cristóbal, municipio más occidental de la joven provincia de
Artemisa; su hallazgo y restauración corrieron a cargo de los
especialistas del centro, de gran convocatoria comunitaria.
Con la firma autoral de Carlos Sauvalle y Blaín, simpatizante del
pensamiento independentista martiano, el documento data del 1850 y
revela detalles de un lugar vinculado a las luchas anticolonialistas,
como evidencian estudios del investigador César García del Pino.
De acuerdo con ese experto, la vivienda de Sauvalle, en la finca
Balestena, de la zona de Aspiro, fue uno de los sitios frecuentados
por el Héroe Nacional en el área, para encontrarse con clubes
independentistas, entre el 22 de mayo y el 17 de septiembre de 1879,
fecha de otra de sus deportaciones.
A este significativo dato se suma el hecho de que en el área, al
pie de la Sierra del Rosario, radicó un extenso jardín botánico
constituido en la primera mitad del siglo antepasado por el abuelo
materno del camarada de Martí y, más tarde, la zona adquirió
notoriedad mundial, por la ubicación en sus predios de misiles
soviéticos durante la llamada Crisis de Octubre, en 1962.
El antiguo mapa, hallado en pesquisas científicas por ruinas y
campos del lugar, representa la división original de las tierras de
Aspiro, entre los ríos de Santa Cruz y Taco Taco, hoy con más de 600
pobladores y posibilidades de ser propuesto como Paisaje Cultural
dentro de las categorías nacionales.

Un rosario para el odio

Un Rosario para el odio
Por Elena Milián Salaberri
Javier, Ramón, Julián y José Ignacio, idearon un viaje navideño sin
otras valijas que el altruismo; partieron el 26 de diciembre de 1958
desde La Habana a Pinar del Río; pensaron regresar el día 31, pero la
impotencia del ocaso del régimen batistiano, torció sus destinos.
Eran miembros de la Agrupación Católica Universitaria (ACU) y,
encontrarse con líderes pinareños de la resistencia cívica fue el
objetivo del trayecto, que emprendieron en dos autos para no llamar la
atención en la vigilada carretera central.
Una delación, la opción por la gloria del martirologio… no se sabe qué
los hizo parar en manos de los esbirros de la tiranía la no che del
26. El tristemente célebre Jacinto Menocal vestía de sangre las
demarcaciones del oeste de la capital cubana hasta Los Palacios y lo
sanguinario no se hizo esperar.
Evidencia de uno de los asesinos
Sostiene la historia local que la primera persona en mostrar el camino
para hallar a los muchachos desaparecidos, fue uno de los soldados
participantes en sus asesinatos; no se sabe si el exceso de alcohol o
la bravuconería lo hicieron gritarlo a los cuatro vientos.
En una cantina de Bahía Honda, el esbirro conocido por Piel Canela
confesó haber tomado parte en la detención de cuatro jóvenes
habaneros, a quienes horas después del arresto enviaron por la
carretera Circuito Norte al Cuartel de Las Pozas.
Tras minuciosa investigación se supo que a las diez de la mañana del
día 27 y custodiados por varios soldados, los ocultaron en las
caballerizas de ese recinto, donde recibieron nuevas torturas, y en la
madrugada del 28 el día 28, fueron trasladados hacia Guajaibón. Allí,
después de horribles torturas, fueron ahorcados.
La noticia del trágico destino de los muchachos se conoció, por
casualidad, gracias a unas amistades de la familia de uno de los
cuatro jóvenes, que vivían en Pinar del Río.
Al conocer el hecho, el Padre Armando Llorente, director de de la ACU,
acompañado de varios correligionarios, salieron de La Habana en un
jeep con el propósito de encontrar el lugar donde pudieran hallarse
los restos de los preciados jóvenes. Fue una tarea dolorosa, la
primera meta era entrevistarse con Piel Canela.
El asesino explicó que en altas horas de la noche, ya oscuro el
calabozo donde habían sido conducidos los cuatro muchachos, oyó lo que
creyó eran zumbidos de abejas. Receloso, se dirigió al calabozo y allí
presenció una escena que el propio criminal catalogó de impresionante:
los jóvenes detenidos, de rodillas, rezaban el Santo Rosario en voz
baja. En sus cuerpos se observaba heridas por los golpes que habían
recibido al llegar al cuartel.
Descubrimiento de los cadáveres
El hallazgo de los cuerpos sin vidas, fue un momento muy difícil y
doloroso, se encontraban tirados unos cuerpos sobre los otros y apenas
cubiertos por cuatro pulgadas de tierra. La mano de uno de los jóvenes
había quedado al descubierto, el lugar exacto se conoció por los
buitres. Aunque los cuerpos estaban horriblemente mutilados, pudieron
ser identificados y llevados a la capital, donde se les dio un digna
sepultura, el sepelio constituyó una demostración de duelo y no sólo
por el hallazgo de esos cuatro muchachos que llenó al pueblo de dolor
y de asombro, sino por los numerosos grupos de cadáveres que se
descubrieron en esta búsqueda. Se encontraban en grupos de treinta, de
cincuenta, de ochenta, víctimas de la inhumana represión que se
realizó en esa zona de Vueltabajo por agentes sin escrúpulos.
Homenaje póstumo
En ese lugar, base del Pan de Guajaibón, donde el 28 de diciembre Día
de los Santos Inocentes, en la religión católica, fueron asesinados
Julián Martínez, Ramón Pérez, Franciso Javier Calvo y José Ignacio
Martí- todos menores de 22 años de edad-, se levantó una Capilla,
lugar de peregrinación como un homenaje sencillo a los cuatro mártires
de un ideal cristiano, cuyo heroísmo fue ejemplo hasta para sus
propios asesinos.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Pelly, un hombre parecido a su arte


Por Elena Milián Salaberri

Espontáneo, natural, auténtico, Pedro Blanco Aroche (Pelly), infunde tales rasgos de su personalidad a la profusa obra pictórica que recrea desde la última década del siglo anterior, como exponente autodidacta del movimiento Naif o Primitivista, reconocido por público y crítica especializada en Cuba, Estados Unidos y diversos países europeos.

Nacido en San Cristóbal, en 1953, es el único artista entre la familia más cercana. Fue mecánico de máquinas de coser hasta el día en que de la mano de un amigo, tocó a la puerta de la galería de arte local, en busca de información para incursionar en el universo de la pintura, al  cual se asomó siempre seducido por la impresionante técnica de los clásicos.

"Sin una formación académica, me sentía frustrado; apenas podía reconocer que existían otras posibilidades de expresión, una estética diferente, propia del Naif, estilo calificado de ingenuo, por no pocos", expresó el artista. Sin embargo, de acuerdo con Luis Aragón, "Sería una ingenuidad calificar así esta pintura".

De frente, apasionado por el arte y su esposa e hijos como  corazas para resistir las críticas de quienes se aferraban en no ver al pintor tras el velo de muchacho de pueblo, reparador de máquinas de costura, Pelly cuenta a su haber más de 400 obras, en tanto su dominio de la composición de colores y el paso a un primitivismo más atrevido, lo ubican en la elite de la cultura artemiseña.

Patria, familia, religión, cotidianidad, matizan todo cuanto hace al detenerse ante el caballete, sin esbozo previo, con el pincel guiado por el corazón.

Es miembro de la Unión de Artistas y Escritores de Cuba (UNEAC), tres de sus cuadros forman parte de la colección de arte Naif del Museo Nacional de Bellas Artes, además de tener presencia en otras galerías  y compilaciones privadas en múltiples naciones. Su obra mereció un capítulo en el libro Arte Mágico en Cuba, escrito por el experto francés Gérald Mouial.

El año anterior fue fructífero para Pelly, con su exposición en la Galería Domingo Padrón, en Miami, y la visita a Sandra Levinson, a cargo del Center for Cuban Studies, de Nueva York.

Para el  2016, sigue su sueño de pintar incansablemente, anhela exponer en San Antonio de los Baños y se aferra a la sátira dulce, casi poética que asoma en sus lienzos.    

Curiosa la denominación común de las orquídeas

Curiosa la denominación común de las orquídeas

 

Por Elena Milián Salaberri

 

Llamar "lengua de suegra" a una orquídea cuyo pétalo central es puntiagudo, devela el gracejo de la nomenclatura popular de esas flores, hecho que guarda vínculos, entre otras razones,  con las regiones de su cultivo, inclinaciones afectivas o con las características externas, según confirman estudios realizados en el Jardín Soroa, sito en  las montañas de Candelaria.

Tal denominación, es decir la paralela a la científica,

 varía más de un lugar a otro en las plantas ornamentales,

 

 mientras las comestibles o empleadas para curar se conocen

 

de manera casi uniforme dado su amplio uso, indica la

 

investigación promovida por el Orquideario.

 

Corroboran esa conclusión, análisis previos realizados al

 

Diccionario Botánico de Nombres Vulgares y entrevistas

 

de muestreo, que evidencian  diversos campos de asociación

 

de esa fitonimia con la realidad objetiva, si bien no en

 

todos los casos se puede determinar el rasgo motivador.

 

Entre las más de 300 especies de orquídeas cubanas,

 

algunos ejemplos son la llamada rana, también conocida

 

por fantasma; la chocolate por canela, la jirafa o araña y

 

la lanza de diablo o tarro de vaca.

 

Sin embargo, pueblos de distintas regiones de la Isla

 

coinciden prácticamente en acuerdo tácito en la citada

 

"lengua de suegra", jocosidad curiosa entre la familia de

 

flores más abundante del planeta, con alrededor de 25 mil

especies.