miércoles, 24 de junio de 2015

Vegetación e historia, en Cuba

La ubicación geográfica y la historia van ligadas a la curiosa flora cubana, con unas ocho mil especies, de las cuales la mitad sólo pueden hallarse en el país y gran parte de ellas en Pinar del Río.

 Esa elevada proporción de endemismo añade valor a la vegetación nacional, en tanto es especialmente visible en las zonas más antiguas de la Sierra de los Órganos, en Pinar

del Río, y en los macizos montañosos del oriente de la Isla, entre otros sitios puntuales.

   Con dos de las seis reservas de la biosfera existentes en Cuba, el más occidental territorio posee plantas consideradas tesoros botánicos como la palma corcho (Microcycas Calocoma), un fósil viviente por su edad.

   En el país los ejemplares autóctonos, es decir los endémicos y llegados por vías naturales, pese a representar el 90 por ciento de toda la flora, se reportan únicamente en la cuarta parte del archipiélago, en áreas de difícil acceso, donde la acción humana y de otros depredadores es escasa.

   A partir de 1492 los conquistadores europeos trajeron otros vegetales y desde entonces por ser esta tierra insular una de las encrucijadas de los tráficos marino y aéreo en el mundo, continuó el proceso de introducción de modo intencional e involuntario, a veces.

   Son esas, las denominadas plantas alóctonas que, si bien constituyen sólo el 10 por ciento  del follaje actual, ocupan el 75 por ciento de la superficie geográfica del país, por lo cual la población está  más familiarizada con ellas.

   Esa parte de la flora acoge a los tres cultivos básicos de Cuba : la caña de azúcar, proveniente del Asia Tropical Oriental, el café, de África, y el tabaco, originario de la América del sur no andina.

   Igual ocurre con el arroz, los frijoles, los cítricos, gran cantidad de viandas, condimentos, frutas e incluso con la flor nacional, la  mariposa, oriunda de Asia, y el marabú, la peor maleza, tampoco es cubana.

Aclaración: Luego de la última división político-administrativa,la reserva de la biosfera Sierra del Rosario, pertenece a la nueva provincia de Artemisa.

 

  

María la gorda, el espejo de los mares

A unas cuatro horas de viaje hacia el oeste de  La Habana, el Centro Internacional de Buceo María La Gorda propone al huésped amante del inmersionismo, el disfrute de un lecho marino catalogado por expertos entre los 10 más privilegiados de América Latina.

     Luego de un trayecto por extensas plantaciones de tabaco, plátano y caña de azúcar, esa instalación turística, emerge sobre una playa de arenas blancas y palmeras, en la península de Guanahacabibes, reserva de la biosfera de la provincia de Pinar del Río, justo en el poniente cubano.

  Allí se hallan 50 sitios de buceo, de los  más finos y hermosos de toda Cuba y el Caribe, a los cuales acceder guiados por buzos calificados por la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas.

  Ellos son diestros  en realizar  descensos a través de extensas paredes verticales hasta los nidos coralinos, explorar túneles y cuevas, y en la observación de restos de antiguos galeones españoles.

   El Centro Internacional de Buceo María la Gorda, operado por la cadena Gaviota, es el lugar ideal para buceadores principiantes y experimentados, al estar eficientemente administrado y ofrecer sesiones de clases, a fin  para que el visitante aproveche cada minuto de estancia, aseguran sus directivos.

   Mientras, los fondos en la zona poseen los contrastes más claros y llenos de color para la práctica de la fotografía sub-acuática, dado que la transparencia del agua admite una visibilidad de 30metros de largo, con una temperatura media variable entre 24 grados celsius en el invierno y 30 en agosto.

   Opciones como el buceo de inmersión- la de excelencia-, sumersión  con snórquel, pescar o tomar los paseos en bote o disfrutar de la naturaleza incomparable del bosque tropical cercano y tomar el sol en la playa, dejan de ser utopías en este centro vacacional, dotado de hotel, tienda  y servicios médicos.

   Quienes acuden a ese paraíso de gorgonias, donde subyace la mayor reserva de coral negro de la Isla, y diversidad de peces, tienen el deber de no usar drogas o alcohol para las inmersiones, conformar grupos de seis a ocho turistas por instructor y no tocar ni extraer corales de los fondos.

   También la tradición oral añade encanto al sitio, al existir toda una leyenda relacionada con el nombre de "María la Gorda", proveniente de la historia de una hermosa dama abandonada por piratas en la zona.

   Cuentan que ella sobrevivió y decidió aprovechar el privilegiado enclave, parada obligatoria de embarcaciones piratas que navegaban por el mar Caribe en busca de  refugio, agua potable,  provisión de comida y entretenimientos,  para ubicar allí un  pequeño negocio que más tarde tomó el apelativo de la mujer, voluminosa al paso de los años.

   Acción, reposo, mitos encuentra el huésped en el litoral, de peculiares arrecifes voladizos, conocidos por " Tetas de María la Gorda", un destino turístico cubano sin igual.

 

 

martes, 9 de junio de 2015

En sus manos... el reto de los textos

Con el privilegio de cuidar a personajes de la realidad y la ficción, a épocas que se validan o niegan, los bibliotecarios gozan de un mágico estatus de poder, en un mundo donde en los últimos 30 años se ha generado más información que en los 500 anteriores.

Los 134 integrantes de la Filial de la Asociación Cubana de Bibliotecarios en Artemisa, herederos de una profesión milenaria en el mundo, saben de desafíos, no solo del que implica la imprescindible capacitación en las ciencias de la informática, sino aquel de seducir al público a no claudicar el amor al libro impreso.

Tal vez quedan fuera del listado, profesionales ya jubilados u otros en ejercicios en diversos sectores, pero todos me darán la razón si digo que no es ni en asomo sosegada su labor, mantenida con mucho empeño en años de crisis en los cuales el deficiente el estado constructivo de no pocas bibliotecas ha desvelado al gremio.

Si escucho hablar a Maricela Corvo, presidenta de esa filial, o a Lissy Sendín, especialista principal en la dirección provincial de Cultura, tengo la certeza de la pasión viva  y reclamo entonces sostener a la biblioteca en el nivel prioritario que ganó.

Sin esas instituciones no tendría el mundo pasado ni futuro, decía un poeta; se me ocurre entonces que son los mujeres y hombres de las bibliotecas hacedores de tiempos, en el caso de Cuba inspirados en el arrojo de Antonio Bachiller y Morales, insigne bibliógrafo cubano, nacido el 7 de junio de 1812, fecha dedicada oficialmente hace varias  a la bibliotecología nacional.

Entre sueños de difusión de cultura, les toca también poner encanto en la atención al público; entonces recuerdo la jocosa clasificación de los usuarios y acciones estresantes hecha por un anónimo bibliotecario español.

Citaba a los que no respetan los plazos de préstamo y te devuelven los libros o cualquier material en pésimas condiciones o incluso los pierden, a quienes se quejan por no recibir atención justo al momento, o al que trata de "mentiroso" al bibliotecario porque dice haber devuelto un libro, cuando no es así o ha habido algún tipo de fallo.

A ello suma los proyectos de actividades frustradas, la falta de conectividad, largas colas en el mostrador, la atención en varias áreas o el cliente que exige hallas leído todos los libros o memorices los colores de la portada, por ejemplo: " por favor, ese libro que era azul y tenía las letras doradas… quisiera llevármelo de nuevo".

Así, ni serena ni monótona, la vida del bibliotecario vence los retos del tiempo, con esa dosis de buen amor que nos hace volver siempre, a voltear las hojas.

 

 

 

 

     

 

 

 

 

 

 

 


martes, 2 de junio de 2015

San Diego de los Baños, sitio de herencia africana

 

El balneario de San Diego, en el este de la provincia pinareña, hoy famoso por las cualidades curativas de sus aguas termales, guarda en su descubrimiento una nostálgica historia alusiva a la época de la esclavitud, en el periodo colonial.

Cuenta la leyenda que Taita Domingo, un viejo esclavo abandonado por su dueño por  padecer de lepra, encontró los manantiales de aguas sulfurosas del río Caiguanabo o San Diego, donde se bañó y curó su cuerpo llagado; luego regresó a la finca San Pedro de las galeras para contar el milagro de la "madre naturaleza".

   Con ese descubrimiento, en 1632, comenzó a ganar celebridad el lugar; al principio, un velo de misterio y leyenda envolvió cada uno de los rincones de la apacible zona, y ello dio origen después a la formación del poblado de San Diego de los Baños, hoy perteneciente al municipio pinareño de Los Palacios.

   Investigaciones de la Comisión de Historia de esa localidad   demuestran que desde 1775 acudían al manantial personas buscando alivio a sus enfermedades, quienes construyeron improvisadas chozas que con el tiempo formaron el núcleo del poblado de San Diego de los Baños, ubicado a 118 kilómetros de la capital cubana.

   Atraídos por las propiedades curativas de las aguas termales visitaron ese lugar cercano a la serranía pinareña el científico alemán Alejandro de Humboldt, el naturalista Tranquilino Sandalio de Noda, el escritor Cirilo Villaverde, el científico Tomás Romay y el patriota Ignacio Agramonte.

   Con el fin de mejorar el aprovechamiento de las aguas sulfurosas en beneficio del hombre, en 1861 concluyó la construcción del balneario de San Diego de los Baños, instalación que al triunfo de la Revolución pasó al sistema nacional que eleva la calidad de atención médica gratuita a la población.

    Sus aguas resultan un bálsamo para personas con padecimientos de soriasis, artritis, artrosis y otras dolencias osteomusculares y dermatológicas, mientras la fangoterapia, con lodo extraído de la desembocadura del torrente, es una de las terapias de mayor demanda.

   Allí existen laboratorios para la realización de estudios clínicos, farmacias, baños de vapor y gimnasio.

   Aunque los baños comunes y privados están fuera de servicio, para  su reparación,  un equipo altamente especializado prosigue las consultas de reumatología, medicina física e interna, y otros servicios como fangoterapia y fisioterapia.

   El río San Diego separa las sierras de los Órganos y del Rosario, y el efecto curativo de los manantiales se complementa con un microclima y la belleza envidiable del entorno.

   Para el descanso más completo en ese centro terapéutico en la especialidad de balneología, resulta ideal el hotel Mirador, que pone a disposición del visitante 30 habitaciones con gran confort y absoluta tranquilidad, todo conjugado para proporcionarle una estancia inolvidable. 

Martí yacente, monumento natural

 

  A la década de los años 70 del siglo pasado se remonta la primera referencia al Martí yacente, especie de monumento natural que eterniza en el relieve pinareño al perfil del Héroe Nacional de Cuba.

   De acuerdo con documentos históricos, la figura está compuesta por cuatro cumbres ubicadas en la zona de Sierra Guasasa, en Viñales, a una altura que oscila entre los 350 y los 440 metros sobre el nivel del mar, y solo puede ser apreciada desde la distancia y en un único sitio.

   Allí, las elevaciones se alinean de tal manera que parecen dibujar la frente, la nariz, el bigote y la barbilla de José Martí, y para mayor simbolismo, en alusión a uno de sus poemas, la imagen del Maestro aparece de cara al sol.

   Martí yacente ha sido bautizado por su incuestionable similitud con el contorno del rostro del autor de La Edad de Oro y, si bien no hay una sola señal que indique su ubicación, la mayoría de los pinareños ha aprendido a divisarlo desde el único punto posible. 

   Se trata de la cima de una elevación situada en la carretera que enlaza a la comunidad de El Moncada con el poblado de Viñales.

   Su hallazgo se adjudica a un investigador del Instituto Nacional de Geografía durante una excursión por la zona, y no es la primera formación rocosa de Viñales que el hombre asocia a alguna imagen conocida.

   Publicaciones de prensa local indican que el poeta y dramaturgo español Federico García Lorca, tras contemplar los mogotes del valle desde el mirador de Los Jazmines, los comparó con una manada de elefantes dormidos.

   De la misma manera, la voz popular ha ido nombrando otros fragmentos del paisaje, de acuerdo a su apariencia, como el mogote de la Esfinge.

   Ninguno de ellos, sin embargo, alcanza la relevancia de la formación que evoca al fundador del Partido Revolucionario Cubano en la época colonial, al artífice de la guerra necesaria, contra la metrópoli española.

   Precisamente en esa zona serrana, nació tras el triunfo revolucionario la primera milicia campesina del país; al parecer desde su lecho de rocas el también imprescindible nombre de las letras cubanas, inspira el patriotismo de los lugareños.

   Este monumento se inscribe dentro de la belleza paisajística del intramontano valle de Viñales, Paisaje Cultural de la Humanidad, con mogotes o montañas de cimas redondeadas, muy antiguas, y solo visibles en esa porción de esta  isla antillana y en ciertos lugares de Asia.