martes, 2 de junio de 2015

San Diego de los Baños, sitio de herencia africana

 

El balneario de San Diego, en el este de la provincia pinareña, hoy famoso por las cualidades curativas de sus aguas termales, guarda en su descubrimiento una nostálgica historia alusiva a la época de la esclavitud, en el periodo colonial.

Cuenta la leyenda que Taita Domingo, un viejo esclavo abandonado por su dueño por  padecer de lepra, encontró los manantiales de aguas sulfurosas del río Caiguanabo o San Diego, donde se bañó y curó su cuerpo llagado; luego regresó a la finca San Pedro de las galeras para contar el milagro de la "madre naturaleza".

   Con ese descubrimiento, en 1632, comenzó a ganar celebridad el lugar; al principio, un velo de misterio y leyenda envolvió cada uno de los rincones de la apacible zona, y ello dio origen después a la formación del poblado de San Diego de los Baños, hoy perteneciente al municipio pinareño de Los Palacios.

   Investigaciones de la Comisión de Historia de esa localidad   demuestran que desde 1775 acudían al manantial personas buscando alivio a sus enfermedades, quienes construyeron improvisadas chozas que con el tiempo formaron el núcleo del poblado de San Diego de los Baños, ubicado a 118 kilómetros de la capital cubana.

   Atraídos por las propiedades curativas de las aguas termales visitaron ese lugar cercano a la serranía pinareña el científico alemán Alejandro de Humboldt, el naturalista Tranquilino Sandalio de Noda, el escritor Cirilo Villaverde, el científico Tomás Romay y el patriota Ignacio Agramonte.

   Con el fin de mejorar el aprovechamiento de las aguas sulfurosas en beneficio del hombre, en 1861 concluyó la construcción del balneario de San Diego de los Baños, instalación que al triunfo de la Revolución pasó al sistema nacional que eleva la calidad de atención médica gratuita a la población.

    Sus aguas resultan un bálsamo para personas con padecimientos de soriasis, artritis, artrosis y otras dolencias osteomusculares y dermatológicas, mientras la fangoterapia, con lodo extraído de la desembocadura del torrente, es una de las terapias de mayor demanda.

   Allí existen laboratorios para la realización de estudios clínicos, farmacias, baños de vapor y gimnasio.

   Aunque los baños comunes y privados están fuera de servicio, para  su reparación,  un equipo altamente especializado prosigue las consultas de reumatología, medicina física e interna, y otros servicios como fangoterapia y fisioterapia.

   El río San Diego separa las sierras de los Órganos y del Rosario, y el efecto curativo de los manantiales se complementa con un microclima y la belleza envidiable del entorno.

   Para el descanso más completo en ese centro terapéutico en la especialidad de balneología, resulta ideal el hotel Mirador, que pone a disposición del visitante 30 habitaciones con gran confort y absoluta tranquilidad, todo conjugado para proporcionarle una estancia inolvidable. 

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