martes, 10 de febrero de 2015

Algo para preservar

Quince días con la pierna izquierda enyesada. La inflamación de los ligamentos de la rodilla, más que un contratiempo- que lo fue-, me devolvió el concepto de la fuerza del amor entre los cubanos.
Aparecieron muletas, propuestas para revisarme con distintos especialistas, el probado apoyo familiar, la ayuda de desconocidos a desplazarme siempre que lo necesité y la visita reiterada de los colegas del periódico donde trabajo.
Nada de aislamiento ni soledad.
Y es que, siendo una Isla, Cuba, se crece en el amor, se hace continente en la compañía, en la palabra oportuna y desinteresada.
Se trata de un cariño vecinal y más allá, casi inefable que, incluso, pudiera molestar a quienes no tienen los genes salidos de una tierra donde Colón fue recibido por los aborígenes con sonrisas.
Esa raza nativa, talada barbaramente del ADN de los cubanos, algo dejó en el aire para enraizarse en las almas de los habitantes de la ínsula, famosa por el único exceso bueno: el de amor; algo para preservar en tiempos de transformaciones necesarias, que hacen mirar con devoción el legado espiritual hallado por los europeos en 1492.
Si bien, para muchos los valores- éticos, sentimentales...- han mermado a escala social, creo que estamos a tiempo de volvernos y aferrar fuerte la herencia centenaria del alma cubana, singular y titánica.

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