martes, 12 de julio de 2016

Cuba le puso voz al dominó

Po Elena Milián Salaberri
¡Agua!, la voz pone en alerta; no se trata literalmente del líquido
vital para la vida humana, sino del término a cuyo designio las fichas
del dominó se zarandean de lado a lado de la mesa al mando de ocho
manos poseídas por la ciencia de un juego, junto a la pasión del
insaciable sueño de ganar. El verano, un pretexto indiscutible para
sacar las mesas a la calle y re-crear un milenario deporte.
Y es que este juego antiguo no cesa de evolucionar. Hoy dista muncho
de sus orígenes asiáticos, allá por China o la India antes de Cristo;
igual difiere del practicado por los monjes católicos en Italia y
Francia, por el siglo XVII, cuando se hacían acompañar en sus celdas
de retiro por ese entretenimiento, en medio del absoluto silencio que
solamente interrumpía el vencedor para decir: ¡Benedicamus Dómino, o
sea ¡Bendecimos al Señor!
De ahí parece haber surgido su denominación; mas, sin dudas, en esta
Isla nuestra- quizás en el Caribe todo- naufragó su mudez. Que lo
digan quienes sucumben al conjuro de "bota la gorda"-para referirse al
doble nueve-; "Teresita", al hablar del tres; "tuerto", para la
combinación de uno y blanco; "caja de muerto", en referencia al doble
ocho…en medio de una sucesión interminable de vocablos e, incluso,
neologismos como "capicúa".
Pero hay más, al gracejo criollo incorporado a estas ya
imprescindibles fichas de doble valor en su cara, se suma el aporte
del doble nueve y de las 55 fichas, de las cuales en cada mano salen a
ruedo 40, 10 en las manos de cada jugador, en tanto las 15 restantes
esperan el "!agua!" para aventurarse a la disputa: eso también lo
añadió Cuba.
Por tanto, en otras latitudes crece el interés por el llamado dominó
cubano o del doble nueve; aunque en el oriente del país aún goza de
aceptación el más tradicional, o sea hasta el doble seis, con 28
piezas. Vale señalar la existencia de otras modalidades de dominó:
doble 12 (91 fichas), doble 15 (136) y doble 18 (190, típicos
fundamentalmente de los países asiáticos.
De modo que para no pocos estudiosos, los caminos de su creación
conducen a Cuba, si partiéramos de su existencia actual, de su
práctica contemporánea.
Para Marcos Loaces, un sancristobalense apasionado de tal deporte o
entretenimiento, según se convoque, "el doble seis es una ciencia y el
doble nueve es un arte, pues en el dominó tradicional el cálculo y la
precisión son muy importantes, mientras en el otro, el elemento suerte
o azar tiene mayor presencia, por las fichas dormidas, que no sabemos
cuáles son".
De cualquier forma, muy pocos cubanos se han dejado de sentar a la
mesa, convidados por cifras que en el imaginario maravilloso de esta
ínsula, pueden terminar en "!pollona!", con la capacidad de atraer a
un barrio entero y crear parejas, eso sí, sin miedo a la rutina.

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