Por Elena MiliánSalaberri
Plaza predilecta por quienes buscan conocer lo típicamente cubano, el
parque turístico de Soroa, en su privilegiado enclave montañoso, se
ratifica parada inevitable del turismo de naturaleza cubano.
A 70 kilómetros de viaje hacia el oeste de La Habana,en el entorno
de la Sierra del Rosario, se ubica esta villa que, según la tradición
popular, debe su nombre al apellido
de una familia de inmigrantes vascos asentada otrora allí, o al
sustantivo soroche, especie de sofocación, propia de las alturas.
Especialistas comerciales del centro,perteneciente a la cadena
Horizontes, destacan la diversidad de opciones del cliente en las
modalidades hotelera y extrahotelera, de que dispone el enclave,
famoso desde el siglo XVII, siempre con un clima fresco y húmedo.
Por dentro
Este sitio, edificado a una altura de 190 metros sobre el nivel del
mar, posee 49 habitaciones doble Standard, una de ellas con
facilidades para discapacitados, y todas con aire acondicionado, cajas
de seguridad, teléfono y televisión vía satélite.
La instalación brinda servicios médicos, de restaurantes,piscina,
cambio de moneda, tienda, animación diurna y nocturna, y buró de
ventas de excursiones y opcionales, de acuerdo con la preferencia del
visitante.
También funcionan dos casas de tres cuartos, ubicadas
a un kilómetro de la villa u hotel central, las cuales suman al
confort y singular arquitectura, sus respectivas albercas privadas.
Oferta extrahotelera
A adentrarse hacia un mundo natural, quizás de los más
hermosos de Cuba, invitan guías especializados, con
propuestas de paseos a caballo, caminatas, baños
minero- medicinales en el río Manantiales y observación de
aves, endémicas y migratorias, abundante en el área.
Este paraje, además histórico por haber sido escenario de uno de
los combates de las guerras de independencia de
la metrópoli española en el siglo XIX, está dotado
en sus predios de dos miradores naturales, de particular panorámica.
Uno de ellos, conocido por El Mogote o Venus, se alza
375 metros sobre el nivel del mar, y el llamado Castillito
de las Nubes, por situarse cerca de una edificación de
ese tipo, con una vista perfecta del poblado de Candelaria,
sito al pie de esas montañas.
Muy frecuentado es el trayecto por las márgenes del río
Manantiales, a través de una escalera a monte traviesa,
de 287 peldaños de hormigón, y que permite apreciar una
cascada en la cual las aguas se precipitan en un abismo de
22 metros hasta ir a reposar a la llamada Poza del amor.
Igual atractivo ejerce el orquideario, próximo a la
villa, el cual convirtió a Pinar del Río en la capital de
las orquídeas en el país, al albergar unas 700 variedades
de esa flor, con una historia de horticultura de más de
70 años.
Soroa, punto de partida
Esta villa es punto estratégico de despegue en excursión
por carretera hacia la comunidad de Las Terrazas, en el
corazón del complejo turístico de igual nombre; a la fábrica de
tabacos El Vizcaíno, a la vecindad campesina de El Brujito o a la Casa
taller del pintor Jesús Gastell.
También propone salidas a Cayo Levisa, de virginales
playas, uno de los alrededor de 160 islotes del Archipiélago de Los
Colorados, en los mares del norte del vecino territorio pinareño.
Visitantes como la ciudadana española Yudith D. Alpízar
dan fe del encanto de Soroa para estancia o punto de
viajes, y de la excepcionalidad de la Poza del Amor.
Allí, al pie de la cascada, a determinadas horas del día la
descomposición de la luz solar reflejada el chorro de aguas forma un
pequeño arcoíris, que define a este centro turístico como El Arcoíris
de Cuba.
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